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segunda-feira, 10 de agosto de 2015

Piden a Cameron usar a los gurkas contra los inmigrantes

Unos 2500 inmigrantes se amontonan en un asentamiento del puerto francés de Calais. Del lugar se desprende un olor fétido. Dicen que allí no pueden vivir ni los animales. Que no hay agua, ni alimentos, ni ropa. Los chicos y las mujeres están expuestos a enfermedades contagiosas y son carne fácil para la explotación sexual o el tráfico de personas. Lo único que abunda es la miseria. Apenas unas lonas sucias y rotas cubren las cabezas de los desesperados que prefieren estar ahí antes que en sus países de origen, donde la guerra y la violencia no les dan respiro. Pero tampoco llegar a Europa es garantía de paz. Mucho menos cuando son considerados una verdadera "plaga" a la que la ultraderecha británica pretende eliminar con el uso de la fuerza. O barrerlos al otro lado de la entrada del túnel que une a Gran Bretaña con el continente europeo.

El término "plaga" fue el que eligió hace unos días el primer ministro del Reino Unido, David Cameron, para referirse a los inmigrantes que intentan cruzar el Eurotunel desde Francia con el objetivo de pisar suelo británico. Luego de la declaración -que generó polémica y controversia en todo el mundo-, ordenó la utilización de diez millones de euros para solucionar el problema. ¿Cómo? Creando una valla que impida el paso de los extranjeros y rodeando la zona con policías para contribuir a "mejorar la seguridad del lugar".

La decisión de Cameron dejó gusto a poco en las filas de la extrema derecha británica. Por estos días, Nigel Farage, líder del Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP, por sus siglas en inglés), una agrupación que pretende que el país deje la Union Europea, pidió que el conflicto sea resuelto directamente por el ejército británico. "La situación está claramente fuera de control y es el momento de plantearse opciones radicales como la de enviar el ejército a los puertos de entrada en nuestro país", dijo el referente de un movimiento xenófobo que en mayo del año pasado logró el 27,5% de los votos en las elecciones de eurodiputados, con un discurso que aboga por el cierre de las fronteras y la expulsión de los inmigrantes.

Kevin Hurley, ex jefe de contraterrorismo de Scotland Yard, fue todavía más allá y pidió que Cameron envíe una unidad especial de gurkas –una de las fuerzas de combate más feroces del mundo, originaria de Nepal y que participó en la Guerra de Malvinas- para reprimir a los inmigrantes. "Son una fuerza muy competente y los tenemos a la vuelta de la esquina. Sería una buena opción para tener controlada la situación mientras los gobiernos francés y británico ponen en marcha una estrategia preventiva", aseguró Hurley.

Hasta el momento, y a pesar de las presiones, Cameron no se animó a llegar tan lejos. Sin embargo, la posición del premier en relación al problema de la inmigración tiene varios puntos de contacto con lo que plantea la ultraderecha. Como tantos otros líderes europeos, Cameron se subió a la ola xenófoba que reina en el continente desde hace unos años y que considera a los inmigrantes como los responsables de todos los males que se viven en la región. El problema no es el ajuste, el desempleo y la pobreza, sino el que viene desde lejos.

La política de cierre de fronteras y confrontación directa con los extranjeros quedó muy clara en mayo, cuando Cameron ganó por amplio margen las elecciones generales, conquistó la mayoría de las bancas en el Parlamento y logró renovar su mandato. "Es necesario reducir la inmigración", dijo el exultante premier ante militantes de su partido, el Conservador. Y remató: "Hay que lograr que el Reino Unido sea un lugar menos atractivo para los inmigrantes ilegales".

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