Footprints - Praia do Castelejo, Vila do Bispo, Algarve

quinta-feira, 13 de agosto de 2015

Gracias Fidel por Ítaca

En aquel discurso, de hace más de 50 años, Palabras a los intelectuales, Fidel dijo: la revolución debe aspirar a que todo el que tenga dudas se convierta en revolucionario (…) la Revolución nunca debe renunciar a contar con la mayoría del pueblo” (1). 

Regreso a Ítaca, desde una de las esquinas que permite mirarla, es el reflejo de esa aspiración; es lo que se esconde, si uno puede encontrarlo, en la trama, titubeante por momentos, del último filme del francés Laurent Cantet.
Desde una terraza de La Habana, los amigos de un escritor cubano que se fue y que ha decidido volver para quedarse, enfrentan el exorcismo de sus propias vidas, desgranando las mentiras o medias verdades que ellos mismos se creyeron, para, a continuación, asistir a su desplome.
Cuatro hombres y una mujer, que no son la única realidad de Cuba, pero sí una parte de ella, repasan aquellas historias que llevan 40 años siendo eso, historias, pero que los protagonistas de este viaje al ser humano desnudo, les han servido para excusarse y renunciar a una vida, con mayúsculas, por la que debieron luchar a brazo partido.
Amadeo (Néstor Jiménez) no quiso pelear contra los errores que veía y se quedó en España, y, a Rafa (Fernando Hechavarría), un revés simple lo frustró y, sin más, se dejó dominar por quién sabe cuántas botellas de ron. Tania (Isabel Santos), que aceptó las promesas de las comodidades que vendrían del exterior y permitió que el padre de sus hijos se los llevara a EEUU, sin embargo repudia lo que la vida fácil significa en Cuba y que ella personaliza en Eddy (Jorge Perugorría), quien dice y repite que decidió “vivir bien”, aunque sabe que sólo es funcionario mediocre hasta en su capacidad de corromperse y que sabe, además, que no le va a salir a cuenta su elección.
Eddy es, al tiempo, un personaje de picos; el que se burla del bullicio amoroso regado por el barrio habanero diciendo: “ (…) señores, aquí está el pueblo más culto del mundo” para, a renglón seguido, retar a sus amigos a que reciten (y lo hacen de memoria) pasajes de Vargas Llosa.
Luego está Aldo (Pedro Julio Díaz); pero Aldo es otra cosa. Aldo es la conciencia.

Sem comentários:

Enviar um comentário