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sábado, 8 de agosto de 2015

Espías fuera de control

El periodista británico Duncan Campbell investigó el sistema de espionaje anglo-estadounidense durante varias décadas, con una perseverancia ejemplar. Dice Campbell: "En mis 40 años de reportar sobre la vigilancia masiva, han allanado mi domicilio tres veces; me han secuestrado cintas grabadas; han cancelado programas televisivos por presión gubernamental cinco veces, me han amenazado; me han detenido una vez -con cargos de hasta 30 años de cárcel por supuesta infracción a leyes de secreto gubernamental. ¿Y por qué lo sigo haciendo? Porque, desde el principio, mi trabajo investigativo reveló un alto nivel (entonces muy difícil de imaginar) de vigilancia, complicidad y ocultamiento de los gobiernos de Gran Bretaña y EE.UU. La vigilancia además de externa (para proteger a los ciudadanos de supuestos enemigos externos), era interna... esto le otorgaba al gobierno el poder potencial de convertirse en un Estado policial, como lo dijo nuestra fuente." [1]
La fuente de Campbell era John Berry, exagente de Inteligencia del Ejército británico, quien en 1977 le reveló información sobre un programa gubernamental de vigilancia secreta. Campbell, su colega Aubrey de Time Out y Berry fueron arrestados por un comando policial de élite. Los acusaron de poseer material "no autorizado", y los llevaron a una prisión de máxima seguridad. El jefe de MI5, el Servicio Secreto británico, había rotulado a Campbell como "la persona que debía ser arrestada en primer lugar". El fiscal presentó en contra de los detenidos cargos de espionaje, que conllevaban hasta 30 años de cárcel. Finalmente el gobierno se vio forzado a retirar los cargos ante la honestidad del juez de la causa, que se negó a aceptar las acusaciones de espionaje por falta de pruebas. Pero esta no había sido la primera confrontación de Campbell con el Centro de Comunicaciones del Gobierno (GCHQ, según sus siglas en inglés), la agencia encargada de la vigilancia electrónica de Gran Bretaña.
En 1976, Campbell había escrito -con el periodista estadounidense Mark Hosenball- un artículo titulado "The Eavesdroppers", el primer reportaje sobre GCHQ. Desde ese momento estuvo en la mira de los agentes del servicio secreto. El reporte de Campbell y Hosenball revelaba que la GCHQ era la red de espionaje más grande de Gran Bretaña y operaba con financiamiento de la poderosa Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de EE.UU. Su objetivo era interceptar y descodificar comunicaciones a través del mundo. En el reporte se identificaba la estación de vigilancia Menwith Hill Station como el mayor centro de escuchas telefónicas de la NSA en Europa desde donde se interceptaban comunicaciones entre EE.UU. y Europa. [Esta misma estación fue en años recientes identificada como una de las estaciones de guerra cibernética de EE.UU. y sus aliados, según pruebas aportadas por Edward Snowden.]

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