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terça-feira, 4 de agosto de 2015

El elefante kurdo


En la zona de crisis que incluye Irán, Iraq, Turquía y Siria, los kurdos son el elefante en la habitación. Constituyen el “problema” del que nadie quiere hablar realmente.
Porque estaría compuesto de trozos pequeños de sus territorios, los países de la región se oponen a un Kurdistán independiente. Los protagonistas externos, mientras tanto, sienten diversos grados de culpa por haber abandonado a los kurdos durante años, por no hacer caso de los abusos de los derechos humanos impuestos a la minoría, por ignorar las promesas de autodeterminación (que datan de los 14 Puntos de Woodrow Wilson) y por utilizar a los kurdos como peones en una miríada de juegos geopolíticos. Las sensibilidades soberanas y la culpa externa se combinan para arrojar un manto de invisibilidad sobre los kurdos.
Pero el problema kurdo es también otro tipo de elefante que tantean los analistas ciegos y después suministran informes contradictorios de lo que han descubierto.
Para algunos observadores el elefante kurdo es todo colmillo, un animal violento e insaciable que pone en peligro todo lo que se encuentra en su órbita. Para otros los kurdos son un amplio flanco fuerte y fiable. Y para otros los kurdos solo son una pequeña cola delicada, víctima fácil de cualquier idea de último momento.
Cuando mezclamos estas dos metáforas llegamos a un cuadro de los kurdos como una criatura grande, frecuentemente ignorada y a menudo malinterpretada y todas las demás bestias de la selva son ciegas intencional o genéticamente. ¿Qué sería más ridículo que ciegos conduciendo lo invisible?
Se trata de una mala combinación incluso en tiempos de paz. Pero es especialmente irritante ahora, cuando los kurdos se encuentran en el centro mismo de los problemas más urgentes que enfrenta el Oriente Próximo: el ascenso del Estado Islámico, la continua fragilidad de Iraq, la desintegración de Siria y el futuro democrático de Turquía.
Esta urgencia aumentó un grado en la semana pasada. El Gobierno de Obama acaba de asociarse con Turquía para declarar una “zona segura” en la frontera con Siria, directamente entre territorios que las milicias kurdas han ocupado. Este anuncio tiene lugar solo unos días después de que Ankara rompiera un alto el fuego de dos años de duración y bombardease posiciones kurdas en Iraq (y posiblemente también en Siria).
Lo que nos lleva a nuestra tercera metáfora elefantina. Cuando los paquidermos de la región combaten –EE.UU., Turquía, Siria– no solo el pasto debe tener cuidado. Y también el elefante kurdo: colmillos, flanco, cola y todo.

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