El capitán de las fuerzas especiales estadounidenses Dan Quinn pegó
una paliza al comandante de la policía afgana Abdul Rahman por encadenar
a la cama a un niño de 14 años y abusar de él física y sexualmente. Hoy
Estados Unidos está investigando este caso –destapado por primera vez en 2015 en un artículo de The New York Times–
porque, según las leyes estadounidenses, Washington no puede financiar
unidades de fuerzas armadas extranjeras que son responsables de graves
violaciones de derechos humanos. Y el caso de Rahman no es una
excepción.
Aquella paliza le costó a Quinn su puesto como capitán de una unidad militar en Afganistán. El artículo de The New York Times
describía el acoso sexual a menores como “rampante” entre “comandantes
armados” y afirmaba que Estados Unidos había ordenado a sus soldados
ignorar estos casos de acoso sexual a menores por tratarse de una
costumbre arraigada, conocida como Bacha Bazi.
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