Las declaraciones del presidente Trump de EEUU en relación con el
tema de inmigración, de una naturaleza claramente racista, rodeadas de
una agresividad y grosería insultante hacia aquellos inmigrantes de
origen no europeo, han causado un escándalo a nivel nacional e
internacional que ha llegado incluso a inquietar al establishment político-mediático
del gobierno federal de EEUU. El Departamento de Estado (el Ministerio
de Asuntos Exteriores de EEUU) se ha movilizado para intentar paliar el
daño causado a la reputación de EEUU que han creado las declaraciones de
Trump sobre los inmigrantes y los continentes de donde derivan (excepto
Europa), sea América Latina, Asia o África. Constantemente se pueden
leer artículos en los mayores medios de comunicación (como el New York Times) horrorizados con la imagen tan negativa que el presidente Trump está dando de la presidencia de EEUU.
Aplaudo
esta denuncia que se está haciendo de las declaraciones de Trump sobre
la inmigración, tan ofensivas y groseras para millones de seres humanos
en el mundo. Ahora bien, encuentro de una enorme hipocresía que a la vez
que se denuncia a Trump por tal comportamiento, se esté promoviendo por
el mismo establishment mediático occidental una película que es
un canto a Winston Churchill, presentado como el gran defensor de los
valores del mismo mundo occidental (que se definen acríticamente como la
libertad y la democracia) frente al comunismo, cuando en realidad dicho
personaje fue mucho más racista (si cabe) y más vil y maligno para la
comunidad humana que el Sr. Trump.
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