La
necesidad que tienen los palestinos de recibir ayuda deriva
exclusivamente de las décadas de conflicto con Israel. En todo caso,
tanto la ayuda a Israel como a Palestina está militarizada, lo que
fomenta y prolonga el conflicto en lugar de abordar sus causas
fundamentales.
A escala macro la ayuda a los palestinos está
militarizada porque se produce en el contexto del respaldo incondicional
de los gobiernos occidentales a Israel, incluido a la impunidad por las
violaciones israelíes de los derechos palestinos. El suministro de
ayuda militar, el comercio militar y otras formas de intercambio
económico, cultural y político intensifican la capacidad israelí de
ocupar, colonizar y desposeer a los palestinos. Si la ayuda subsidia
directamente los costes militares de la agresión israelí a Palestina, el
apoyo político internacional protege a Israel de las consecuencias de
incumplir el derecho internacional, convirtiendo a los actores de la
ayuda en cómplices de las violaciones de los derechos palestinos por
parte de Israel (Murad, 2014).
De hecho, no se cuestiona que
mientras Estados Unidos brinda apoyo militar a Israel conceda a la vez
“ayuda” a los palestinos para mitigar el impacto de la acción militar
israelí. Los gobiernos estadounidenses han donado 124,3 mil millones de
dólares en asistencia bilateral (principalmente militar), lo que
convierte a Israel en el mayor receptor acumulativo de asistencia
exterior de Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial (Sharp, 2015:
sumario). La ayuda estadounidense a Israel forma parte de la estrategia
militar de Estados Unidos en Oriente Próximo y son sus inversiones las
que han contribuido a que Israel haya desarrollado uno de los ejércitos
tecnológicamente más sofisticados del mundo (Sharp, 2015: 1). En
contraste, Estados Unidos ha proporcionado casi 5 mil millones de
dólares de ayuda a la Autoridad Palestina (AP) desde su creación.
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