El 16 de diciembre de 2017 el Ministro de Defensa, Luis Carlos
Villegas, afirmó sin inmutarse que los asesinatos de dirigentes
sociales, líderes comunitarios y ex guerrilleros no estaba relacionado
con sus actividades, sino que, en su “ inmensa mayoría”, “son fruto de
un tema de linderos, de un tema de faldas, de peleas por rentas
ilícitas”.
Esta afirmación, aparte de ser completamente
irresponsable, se convierte en una legitimación de los cientos de
asesinatos políticos que siguen sucediendo en Colombia. Declaraciones de
este tipo forman parte de la muralla desinformativa que se ha erigido
en este país, y la cual no se quiere derribar por parte de los voceros
del Estado ni de los grandes medios de incomunicación.
Este
tipo de lenguaje denota que la lógica terrorista del Estado no se ha
atenuado ni una pizca, a pesar de que se genere una retórica paralela de
paz y de concordia, que no logra ocultar las dimensiones del lenguaje
contra-insurgente y de enemigo interior que se ha creado en este país
durante el siglo XX, y que se niega a desaparecer, como lo muestran las
infames declaraciones del Ministro de Ofensa (perdón, de Defensa).
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