Debió existir una conexión entre Trench Town, barriada de
Kingston y Harlem de Nueva York. Los aborígenes de los barrios tienen el
tumbao que les marca el origen y la leyenda; es un halo de nobleza
proletaria que no se pierde nunca y se lleva a cualquier lado como
pregón identitario. Son ‘los de atrás’ que van con René Pérez (Calle 13)
o con otro griot, son los de Villa Fiorito o del 23 de Enero, de
Las Favelas o Las Comunas, de Barrio Caliente o La Perla. Argentina o
Venezuela, Colombia o Brasil. Ecuador o Puerto Rico, la historia amanece
y anochece en una de esas calles; en tiempos que no se soportan
profecías, alguien hace trova de un problema social o de los asuntos del
corazón. O también otro alguien, consumido por el fuego de su propia
impaciencia, da el discurso que mueve las cabezas en señal de afirmación
como nunca antes los habían hecho. Esa primera vez revienta una
historia que se creía imperturbable. De ahí vienen ellos, los
barriobajeros, a explicar teorías políticas que sorprenden porque tienen
una fuerza de ley de la gravedad. Dos nombres parientes en voz e
intención cultural (la estética incorpora a ello sustancia política):
Malcolm X y Robert Nesta Marley.
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