Los sirios desplazados están atrapados como nunca antes lo habían
estado. Quienes se hallan en el desolado campamento de Rukban, en la
remota frontera nororiental jordana (conocida como “la berma”),
constituyen un microcosmos de los abandonados civiles sirios. Se
enfrentan a una amenaza inmediata porque las fuerzas del gobierno sirio
de las que huían están avanzando a lo largo de la frontera con Jordania.
Los medios de comunicación
han informado de que cientos de las alrededor de 50.000 personas que
allí se encuentran están dirigiéndose ya hacia el norte, abandonando la
“tierra de nadie” en la frontera jordano-siria y regresando a Siria para
hacer frente a peligros desconocidos y no permanecer en un lugar cada
vez más peligroso y donde ya han tenido que soportar grandes
sufrimientos.
Desde junio de 2016, cuando Jordania selló su
frontera con Siria, a los sirios en Rukban se les ha negado el derecho a
buscar asilo en ese país y sólo cuentan con limitadas distribuciones de
alimentos y cortes periódicos de agua. Sin ninguna autoridad legal que
les proteja, han estado sometidos a la dudosa misericordia de una
milicia patrocinada por Jordania, el Ejército Tribal, que parece estar
controlando el escaso acceso que tienen a la ayuda humanitaria.
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