La capacidad de sobrevivir del gobierno de Temer confirma la podredumbre
del sistema político brasileño. Basta que un presidente, llegado al
gobierno por medio de un golpe, agrade en todo y por todo a los bancos
privados, use a su gusto todos los recursos posibles para comprar apoyos
en el Congreso y aparezca como alternativa al retorno de Lula al
gobierno, para que pueda sobrevivir. No importa si cuenta con un apoyo
mínimo –del 5% - de la población y con el rechazo de una mayoría
aplastante–, no importa si todos saben que él es el jefe de una banda
que ha asaltado el poder, no importa si ni siquiera gran parte de los
medios - incluida la cadena Globo - ya no lo apoya. No importa si el
presidente de Brasil es víctima de escarnios también fuera del país
–entre ellos el apodo de Mr. Fuera Temer- -, que nadie más toma en serio
el mandatario del país más grande de América Latina. Demuestra que se
puede ser presidente del país corrompiendo al Congreso, contando con
complicidades del Poder Judicial, valiéndose del dinero como forma de
mantenerse en el poder. El gobierno de Temer se ha vuelto el mejor
gobierno que el dinero puede comprar en Brasil, así como el Parlamento y
el Poder Judicial, cómplices del gobierno más corrompido que el país
haya conocido.
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