El hombre que podría llegar a ser presidente no deja de repetir que el cambio climático es un “complicado engaño que resulta muy caro" , incluso que se trata de un invento “chino” destinado a debilitar la economía estadounidense. Que no son más que “gilipolleces” y “pseudociencia”
(en todo lo cual parece ser un experto). Ha dicho este tipo de cosas
numerosas veces, siempre en tono burlón, siempre de forma desdeñosa.
Sólo recientemente, en su discurso de Phoenix sobre la inmigración, al
hablar de su amor hacia los mexicanos y de que esos cabrones van a tener que pagar el dichoso muro, se expresó
de esta manera: “Sólo las elites de los medios que no tienen contacto
con la realidad piensan que el mayor problema a que se enfrenta EEUU… no
es el nuclear, no es el ISIS, no es Rusia, no es China, es el
calentamiento global”. ¡Estúpidos! No tienen ni idea de nada. Ni
siquiera saben que hay un aspecto fundamental, una única excepción a la
posición ante el cambio climático del Donald: el golf.
Aunque el calentamiento del planeta a causa de los combustibles fósiles pudiera no ser más que una fantasía, aunque salvar la industria del carbón, construir
oleoductos y revertir todo lo que Obama hizo en la Casa Blanca para
promover sistemas energéticos alternativos estará en el orden del día,
resulta que el cambio climático amenaza una sola cosa. Y esa cosa es
algo crucial para la vida humana tal y como la conocemos: un juego de 18
hoyos en un campo de golf de la costa. Para evitar eso protección,
obviamente bajo control. Esta es sin duda la causa de que el hombre que
no tiene temor alguno respecto al ahogamiento de las comunidades
costeras haya solicitado
, a través de su compañía Trump International Golf Links & Hotel
Ireland, un permiso para construir unas “obras en la costa para prevenir
la erosión en su campo de golf junto al mar en el Condado Clare”, en
base a… sí… el peligro de que aumenten los niveles del mar. Estamos
hablando de “200.000 toneladas de roca distribuidos a los largo de tres
kilómetros de playa”. Y si finalmente se le concede el permiso, el
resultado será seguramente un “gran muro”, uno de sus “bellos muros” que no dejará que una sola gota de agua del mar emigre al suelo irlandés.
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