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terça-feira, 27 de setembro de 2016

¿Guerra económica o errores del Gobierno bolivariano?

1. Cuando Chávez triunfa en las elecciones presidenciales de 1998 ya el modelo capitalista neoliberal estaba haciendo aguas por todas partes. El dilema no era otro que refundar el modelo capitalista neoliberal, evidentemente con cambios, entre ellos una mayor preocupación por lo social, pero movido por la misma lógica de la búsqueda del lucro; o avanzar en la construcción de otro modelo. [i]
2. Chávez optó por esta última alternativa. Para denominarla decidió rescatar la palabra socialismo a pesar de la carga negativa de la que había sido históricamente cargada, pero especificando que se trataba del socialismo del siglo XXI para diferenciarlo del socialismo soviético implementado durante el siglo XX, advirtiendo que no se debía “caer en los errores del pasado”, en la “desviación estalinista” que burocratizó al partido y terminó por eliminar el protagonismo popular; en el capitalismo de Estado que puso el acento en la propiedad estatal y no en la participación de los trabajadores en la conducción de las empresas.
3. Chávez concebía el socialismo como un sistema económico centrado en el ser humano y no en la ganancia, con una cultura pluralista y anticonsumista en que el ser tuviese primacía sobre el tener. Un socialismo provisto de una democracia verdadera y profunda donde el pueblo asumiese el rol protagónico. Este es un elemento que lo distancia de otras propuestas de socialismo democrático. Para él, la participación de la gente en todos los espacios era lo que podía permitir que las personas ganasen confianza en sí mismas y se desarrollasen humanamente.
4. Pero esto hubiese quedado en meras palabras si él no hubiera promovido la creación de espacios adecuados para que los procesos participativos pudiesen darse plenamente. Por eso fue tan importante su iniciativa de crear los consejos comunales (pequeños territorios autogestionados), los consejos de trabajadores, los consejos estudiantiles, los consejos campesinos. De lo que se trataba era de ir conformando una genuina construcción colectiva que debía plasmarse en una nueva forma de Estado descentralizado cuyas células fundamentales deberían ser las comunas.
5. Construir con la gente significaba para él conquistar su mente y su corazón para el nuevo proyecto de sociedad. Tenía claro que esta meta no se alcanzaría mediante de prédicas sino a través de la práctica: creando oportunidades para que la gente fuese entendiendo el proyecto en la medida en que iba participando en la construcción del mismo. Por eso advertía: “cuidado con el sectarismo, si hay gente [...] que no participa en política, que no pertenece a partido alguno, bueno, no importa, bienvenidos. Digo más, si vive por ahí alguien de la oposición, llámenlo. Que venga a trabajar y a ser útil. La patria es de todos, hay que abrirles espacios y ustedes verán que con la praxis mucha gente se va transformando...” [ii]

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