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quinta-feira, 1 de setembro de 2016

Lo último del proceso que vive Turquía

La concentración realizada el domingo pasado en Yenikapi, Estambul, es una muestra importante de la extensión de la movilización política en Turquía que ha tenido lugar en el último mes. El mitin, que reunió a cinco millones de personas y a los líderes de los partidos de la oposición (salvo el HDP), que mostró la “unidad de los defensores de la democracia”, tuvo en realidad muchos mensajes dirigidos tanto a los políticos nacionales como a los del extranjero. Durante el fallido golpe de Estado, que puede ser descrito como el choque de grupos de poder dentro del Estado, da la impresión de que el presidente Erdogan y el gobierno AKP se las han arreglado para atraer a distintos grupos políticos en su “política para el golpe de Estado”.
¿Qué pasó?
Aquí donde vivimos, el Estado está directamente relacionado con la existencia de las fuerzas armadas, sobre todo si se considera su relación con el proceso fundacional. La expresión ‘golpe de Estado’ tiene un importante lugar en la vida política de la república de Turquía. Es posible ver que el golpe de Estado es una realidad política inevitable de la existencia del Estado en estas comarcas y, si se tiene en cuenta el último golpe ocurrido –el de 1980–, afecta a las habituales políticas de Estado. Lo que pasó el pasado 15 de julio, tiene el carácter de la continuidad de esta realidad política. El ejército, que quería intervenir en el poder político, intentó controlar edificios estatales de importancia estratégica, muchos burócratas con cargos importantes fueron tomados como rehenes, el parlamento y los organismos de inteligencia fueron bombardeados, puentes y aeropuertos fueron bloqueados por militares, hubo enfrentamientos entre soldados y policías. El intento de golpe de Estado, que duró cinco horas, fue sofocado mediante diferentes y rápidas maniobras del gobierno actual, especialmente del presidente Erdogan. Entre estos movimientos, los más notables fueron el control de los medios y, a partir de ellos, el control de la movilización ciudadana; además, el control del cumplimiento de la ley a cargo del ministerio de Asuntos Interiores.

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