La no casación (o la no pérdida) de los derechos políticos de Dilma Rousseff –como señaló André Singer en su columna en Folha de S. Paulo
(03/09)– equivale a una confesión de parte: el “crimen de
responsabilidad” fue una forma constitucional utilizada políticamente
para destituir a una presidenta impopular, que pretendía dar continuidad
a una agenda de reformas adversa a las elites dominantes.
A su
vez, la destitución sin casación de derechos políticos recupera una
forma política conocida de la historia brasileña: el pacto conciliador
de las elites para garantizar la reproducción del orden. La defensa de
Dilma, contundente y con argumentos que demostraban la injusticia del
proceso, llevó a la necesidad del PMDB de admitir una fórmula intermedia
de destitución sin casación de derechos políticos. Es totalmente
factible considerar que en este cálculo del PMDB estuvo la consideración
respecto de que Dilma difícilmente pueda volver a la presidencia del
país, por tratarse de una política hoy impopular, y por el carácter
errático que fue propio de su segundo gobierno.
A partir de
ahora, se consolida en el poder una nueva alianza de gobierno conformada
por PMDB-PSDB. Los tucanos (Aécio Neves, José Serra, Fernando Henrique
Cardoso) saben que Temer es su compañero de ruta indisociable en
términos del proyecto político ideológico: del éxito de Temer en el
control del aparato estatal depende la posibilidad de quebrar y
disciplinar las bases del proyecto nacional-popular del PT y los actores
que lo defienden. Los líderes del PSDB saben que su partido sólo podría
llegar a la presidencia en las elecciones de 2018 si el gobierno de
Temer les pavimenta el camino con una gestión que consiga ciertos logros
hacia distintos sectores.
Por un lado, deberá recuperar el
crecimiento económico, base para un repunte en la aprobación social ante
un descrédito general de la clase política. Cuenta para ello con el
apoyo no desdeñable, aunque tampoco incondicional, de los medios de
comunicación más importantes. Los medios han legitimado la destitución
de la presidenta, pero también revelaron los escándalos que llevaron a
la renuncia de dos ministros del gabinete del presidente interino,
incluido Jucá Ferreira, pieza fundamental del armado de Temer. Si bien
los medios coinciden ideológicamente con el proyecto de ajuste del PMDB,
no querrán quedar pegados a un gobierno de legitimidad dudosa que se
mantenga impopular a lo largo de su mandato. Debido a esta situación,
exhiben señales de “independencia”.
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