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quarta-feira, 30 de setembro de 2015

¿Por qué Occidente calla ante esta guerra salvaje?

¿Qué es lo que está en juego en Yemen, donde más que en ninguna otra de todas las guerras recientes (Irak, Siria, Libia y Gaza) que han apoyado las potencias occidentales, y en las cuales se han violado sistemáticamente los Convenios de Ginebra, se ha topado con el silencio rotundo?
Durante seis meses se ha producido un bloqueo de alimentos y combustible, de la gestión de la ayuda (incluso la llegada a través de la ONU), como parte de la estrategia de la guerra, el bombardeo de objetivos civiles, históricos, educativos, religiosos y médicos, la destrucción de la infraestructura de las carreteras, la electricidad y el agua, y el uso de armas prohibidas.
Todo esto ocurre en un país de más de veinte millones de personas, que no tiene un sistema de defensa aérea eficaz, un país tan abierto a los bombardeos aéreos como Gaza. Más aún, como ha señalado un funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel, se han violado sistemáticamente los mismos principios del derecho internacional humanitario en Yemen que los organismos de las Naciones Unidas, los gobiernos, los medios de comunicación occidentales y las organizaciones civiles cargan contra Israel como crímenes de guerra en Gaza.
En otras palabras, con su silencio y apoyo a los bombardeos de la Coalición en el Yemen, la comunidad internacional completa la eliminación de las normas de referencia legales para la guerra.
Ese es un precio muy alto a pagar por el éxito en un conflicto aparentemente tan insignificante y que prácticamente no recibe ninguna cobertura de prensa.
¿Qué explicación se ofreció del conflicto? Los portavoces de los gobiernos occidentales afirman que el movimiento de milicias (Ansarallah) se hizo cargo de la capital y expulsó al gobierno legítimo. A raíz de esto y como defensor de la "legitimidad", el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (menos Rusia) juzgó vital restablecer el gobierno anterior, aún cuando el grueso del ejército nacional yemení se acercó a Ansarallah, portador en sí mismo de una base popular sustancial en Sanaa y el norte. Esto es evidente. Pero rara vez se nos recuerda que hace un año, en virtud de los auspicios de la ONU, se hizo un acuerdo político (Paz y Participación Nacional) que se firmó conjuntamente con Ansarallah y otros partidos yemeníes, el representante ante las Naciones Unidas próximo al despido y otros, finalizados los debates políticos con el movimiento Ansarallah, y una coalición militar creada para devolver la "legitimidad" en Yemen.

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