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segunda-feira, 14 de setembro de 2015

¿Qué significa la victoria de Jeremy Corbyn?

Las ironías de la historia nunca dejan de sorprendernos. Miremos por donde miremos, Jeremy Corbyn es el líder más izquierdista en toda la historia del Partido Laborista. Tiene claro que quienes actúan mal en el extranjero no pueden actuar bien en casa. Es el antiimperialista más firme del Parlamento. Basta compararlo con sus predecesores para verificar estas afirmaciones. El socialismo de Keir Hardi/1 fracasó en los campos de batalla de la Primera Guerra Mundial. Clement Attlee/2 fue un gran reformador a nivel nacional, pero en el exterior su gobierno aprobó el bombardeo nuclear de Hiroshima y Nagasaki. Harold Wilson/3 redistribuyó la riqueza, pero apoyó a EE UU en Vietnam; Micahel Foot/4, como líder de la oposición, fue un rabioso defensor de la guerra de Margaret Thatcher para recuperar las Malvinas.
Los gemelos thatcheristas Blair/Brown/5-6 acordaron compartir el poder creando para ello dos fracciones con hambre de poder pero sin diferencias políticas entre ellas, salvo que Tony Blair ansiaba el dinero tanto como el poder. Él nos metió en las guerras de la antigua Yugoslavia y de Irak, mientras que Gordon Brown, ajeno a la vulnerabilidad del capitalismo financiarizado, gastó miles de millones de las y los contribuyentes para rescatar bancos (después de pagar a los depositantes) que hubiera sido mejor dejar que la palmaran. Ambos burocratizaron el Partido Laborista castrando la conferencia del partido, reduciéndola a una mala versión de la de los demócratas estadounidenses. Un show total, sin contenido alguno. Barrieron los distritos de la derecha del laborismo para seleccionar sus futuros candidatos parlamentarios. Era la única forma de transformar a una gran parte del Grupo Parlamentario Laborista (Parliamentary Labour Party, PLP) en un grupo de chicos y chicas de despacho sobrepromocionados junto a un carro de arribistas.
Tres de ellos formaban parte de la lista habitual para suceder a otro de su misma especie, Ed Miliband/7. Lo que resulta irónico es que la reforma del sistema electoral impuesta por Miliband fue diseñada para apaciguar a los blairistas y a sus compinches mediáticos eliminando lo que quedada del poder sindical en el partido y abriéndolo al exterior con la vana esperanza de que los votantes más afines garantizarían el dominio de la política extrema del centro [política de derechas].
Estaban tan confiados que unos pocos blairistas ofrecieron a Corbyn el necesario apoyo parlamentario para presentarse como candidato simbólico de la izquierda, como una muestra de la generosidad y compromiso con la diversidad del partido. ¿Quién hubiera imaginado que les saldría el tiro por la culata de forma tan impresionante? Seguro que Corbyn no. Y otros tampoco. The Guardian salió a favor de Yvette Cooper, sus columnistas blairistas denunciaron al dinosaurio de Islington, olvidando que para la gente más joven los dinosaurios constituyen una especie desaparecida pero muy querida y el Dalily Mirror apoyó a Andy Burnham.

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