Últimamente, en días sucesivos, vi dos exposiciones en museos que
mostraban algo del perdido mundo estadounidense y parecían
inquietantemente relevantes en la Era Trump. La primera, ‘Hippie
Modernism’ (Modernismo hippie), una exploración en la contracultura de
los sesenta y setenta del pasado siglo (con pósters densos y
psicodélicos), era bastante poco adecuada para el Museo de Arte de
Berkeley. Me sorprendió que la exposición incluyera algunos artilugios
provenientes de un movimiento crucial –para mi visión no demasiado
contracultural– de aquellos años: las enormes manifestaciones contra la
guerra que tomaron la calle a mediados de los sesenta, sacudieron al
país y nunca acabaron de marcharse hasta que, en 1973, las últimas
unidades de combate de Estados Unidos fueron finalmente retiradas de
Vietnam. En la muestra había un póster con la bandera de Estados Unidos
invertida; sus barras estaban representadas por unos fusiles rojos y sus
estrellas eran aviones de combate de color azul; había otro en el que
se veía un soldado estadounidense con el fusil colgando del hombro de
manera poco formal. La leyenda en el póster aún tiene relevancia en una
época en que nuestras eternas guerras continúan regresando a la patria:
“La violencia en el extranjero engendra la violencia en casa”. Amen,
hermano.
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