El presidente Donald Trump parece tener una política exterior que cambia
constantemente. Muchos analistas han documentado que publica una cosa en
Twitter y unas cuantas horas después dice o hace algo diferente.
Esta repetida incertidumbre acerca de lo que piensa o pretende hacer
ha sido profundamente desconcertante para casi todo mundo. Al interior
de Estados Unidos sus principales colaboradores designados parecen
asumir posiciones que son diferentes de las de él. Y en cualquier caso,
no se les previene de los virajes en la línea de acción. Aun algunos de
sus más fieles simpatizantes populares encuentran los cambios confusos
(aunque no encuentren razón para dejar de respaldarlo).
Fuera de Estados Unidos, presidentes, primeros ministros y
diplomáticos parecen perturbarse por la impredictibilidad o la falta de
claridad de los puntos de vista de Trump. Esto con frecuencia se expresa
de la siguiente forma: Ahora sabemos X, pero esto es una posición
táctica. ¿Cuál es la visión de largo alcance de Trump, si es que acaso
tiene una?
Si uno se pone en los zapatos de Trump, el cuadro puede ser muy
diferente. Primero que nada, si yo Trump, soy impredecible, tengo cierta
fuerza extra en mi posición, dado que otros podrán intentar acomodar
por adelantado lo que piensan que es mi postura.
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