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quarta-feira, 12 de abril de 2017

El tiempo de la claridad química

Los misiles Tomahawk estadounidenses -que el señor Donald Trump dice que fueron lanzados en respuesta al bombardeo aéreo con armas químicas por parte de Bashar al-Asad a la localidad de Jan Sheijún-, no han descubierto nada nuevo, a pesar de su carácter teatral. Simplemente certifican lo anterior, aunque ya estuvieran claras las posturas internacionales y regionales en relación a la desgracia siria.

En primer lugar, han demostrado que los EEUU, ya sea con su actual voluntad trumpista o en el tiempo de Barack Obama, no están interesados en el destino del pueblo sirio, y que no forjarán alianzas más que con una única parte en la zona, que es Israel. Quienes aseguran que son aliados de EEUU, no son más que lacayos serviles que no llegan ni al nivel de colaboradores.

En segundo lugar, han demostrado que el régimen de la dictadura en Siria, seguirá adelante con su salvaje objetivo, apoyándose en sus aliados ruso e iraní. El objetivo del régimen es destruir Siria sobre las cabezas de su pueblo, porque no puede ver en los sirios y las sirias más que esclavos de la dinastía gobernante y su mafia militar, securitaria y económica. Esperar el auxilio de EEUU fue una ilusión criminal, y celebrar los misiles estadounidenses en el aeropuerto de Shayrat en Homs, no supuso más que la celebración por parte de los incapaces de su incapacidad. El ataque de Trump no ha sido más que un suceso mediático, pues este presidente, que solo domina el arte de poner maquillaje en su rostro y ponerse, como un mal actor de televisión, delante de las cámaras para dar al mundo lecciones de amor por la infancia, no hará nada para proteger a los civiles sirios que mueren asfixiados y bajo los escombros.

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