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quinta-feira, 27 de abril de 2017

Endeudamiento, racismo y la anexión violenta de Hawái, 1893-1901


A mediados de enero de 1893, los intereses agrícolas, comerciales y financieros dominantes en la economía de Hawái, todos racistas y de origen anglosajón, organizaron un golpe de Estado con el propósito de derrotar el proyecto antianexionista y monárquico que defendían tres sectores: la monarquía hawaiana, los nacionalistas liberales (autonomistas) y Claus Spreckler, el poderoso financiero dueño de la California Sugar Refining Company. Esta última poseía entonces las facilidades de refinación más modernas del mundo, lo que le permitió monopolizar, a fines del siglo XIX, el proceso de refinación azúcar en toda la costa oeste de Estados Unidos. Recientemente, la California Sugar Refining Company había adquirido grandes extensiones de terreno para la siembra de caña en el archipiélago hawaiano.
Dado el apoyo de masas que tenía el proyecto antianexionista en 1893, y dada la composición étnica de Hawái en esa fecha (en que solo 22% de la población total era de origen caucásico, y de ésta última, únicamente 10% era norteamericana), los intereses agrícolas, comerciales y financieros dominantes no podían derrocar a la monarquía, sino combinando sus fuerzas paramilitares con una acción de parte del ejército o la marina de Estados Unidos. El 15 de enero de 1893, un día después de que los líderes del planeado golpe de estado se organizaron en un Comité de Seguridad Pública, el ministro estadounidense en Hawái ordenó el despliegue de las tropas de la marina de guerra de su país, que se encontraban estacionadas en las islas. Estas se encargaron rápidamente de inmovilizar a la policía monárquica y a los simpatizantes de la monarquía, que clamaban por una acción armada en contra de la Liga Anexionista. Al día siguiente, el Comité de Seguridad proclamó la disolución de la monarquía hawaiana, se constituyó él mismo en un gobierno provisional, declaró un protectorado estadounidense sobre las islas, implantó un régimen de terror sobre la inmensa mayoría de la población, y envió una comisión anexionista para solicitar del Presidente y del Congreso de Estados Unidos la anexión inmediata del archipiélago. Sin lugar a dudas, los intereses agrícolas y comerciales dominantes en Hawái no tenían la más mínima idea de que sus acciones provocarían que surgiera a flote el debate que venía desarrollándose calladamente en las esferas de poder estadounidenses, acerca de cuál habría de ser la política exterior del país y quién o quiénes estaban llamados a determinarla. Esta disputa, que se abrió de manera algo tímida con la «Revolución Hawaiana» de 1893, adquirió su clímax, poco después, durante la Guerra Hispanoamericana y la posterior inclusión de Puerto Rico en las barreras arancelarias de Estados Unidos. Veamos.

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