Si logra su objetivo, este mes, el gobernador republicano de Arkansas,
Asa Hutchinson, ejecutará a ocho hombres en once días. El 27 de febrero
de este año, Hutchinson emitió las órdenes de ejecución de los reclusos,
con jornadas de doble ejecución pautadas para el 17, 20, 24 y 27 de
abril, porque el suministro estatal de midazolam, uno de los tres
fármacos que se utiliza en el “cóctel” de ejecución, vencerá a fines de
abril. Al momento de escribir esta columna, tres de las ocho ejecuciones
fueron suspendidas temporalmente; las otras cinco tienen fecha
programada en lo que sería una ráfaga de ejecuciones sin precedentes en
la historia moderna de Estados Unidos.
Megan McCracken es abogada y
forma parte de la Clínica Jurídica sobre Pena de Muerte de la Facultad
de Derecho de la Universidad de California, en Berkeley. En una
entrevista para Democracy Now!, declaró: “El midazolam es un fármaco
ansiolítico, una benzodiacepina. Como ansiolítico es potente y se usa en
el pre-operatorio en las cirugías, pero no es un anestésico. Eso
significa que no es el tipo de fármaco que se usa solo para que una
persona despierta y consciente sea sometida a anestesia quirúrgica y sea
mantenida en ese estado. Y eso es lo que se necesitaría para que la
ejecución sea humana, en virtud de la Constitución. Este fármaco no es
apropiado para ello. Tenemos una situación creada por el estado donde se
apresura a utilizar un fármaco antes de su vencimiento, incluso cuando
el mismo no es apropiado para el uso que se le quiere dar”. El midazolam
es el primer fármaco del combo letal de Arkansas que se inyecta al
condenado durante la ejecución.
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