Dictadores, asesinos y capos de la mafia pueden ser buenos socios si 
resultan útiles a los intereses de las élites europeas. Repasamos la 
historia de diez de estos líderes, que gozan del visto bueno de la 
Europa comunitaria.
 No corren buenos tiempos para los tan a 
menudo invocados "valores europeos". Mientras la Unión Europea (UE) 
lleva a cabo una subasta de refugiados, hay quien empieza a preguntarse 
si el viejo continente está empezando a olvidarse de la democracia, de la solidaridad y del respeto por los derechos humanos.
Como
 si la Unión Europea hubiera sido un garante de estos principios a lo 
largo del mundo y estuviera empezando a alejarse de ellos, el debate 
público trata de apelar a estos valores históricos que están en la 
esencia misma de la construcción europea.
Pero lo cierto es que la Europa comunitaria ha tenido históricamente la tendencia a aliarse con
 cualquier Gobierno que pueda garantizarle un acceso al abastecimiento 
energético, un lugar en el que volcar su excedentaria producción 
agrícola y manufacturera o una oportunidad para abrir nuevos mercados.
Algunos de los socios de la Unión Europea en el escenario internacional dejan mucho que desear. Dictadores, asesinos y capos de la mafia pueden ser buenos interlocutores
 si se avienen a respetar las normas del juego europeo y del libre 
mercado. Cualquiera puede convertirse en "uno de los nuestros" si se 
compromete a respetar los derechos humanos en el futuro. Sólo hace falta
 prometerlo.
Recordemos y descubramos algunos ejemplos de jefes de Estado
 que gozan del apoyo de las instituciones europeas, a pesar de no 
cumplir con algunos de los más elementales estándares en materia de 
democracia y derechos humanos.
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