Están las nuevas historias que de verdad le sorprenden y además están 
aquellas que usted podría escribir mientras duerme antes de que sucedan.
 Permítame que improvise un ejemplo para usted. 
 “Altos jefes 
militares de Estados Unidos y Europa están sopesando distintas opciones 
para intensificar la lucha contra el Estado Islámico (en adelante, 
Daesh) en Oriente Medio; una de esas opciones es el envío de más tropas 
de Estados Unidos a Iraq, Siria y Libia, justamente mientras Washington 
confirmaba la segunda baja estadounidense en combate, producida en Iraq 
después de varios meses.” 
 Ehhh... espere... en realidad este fue el principal titular del Washington Times
 del 3 de mayo, en una nota de Carlos Muñoz. Aunque, honestamente, 
podría haberse escrito en cualquier momento de los últimos meses para 
quienquiera que estuviese lo bastante atento, y seguramente será 
reutilizable en los próximos meses (con otras cifras de bajas, por 
supuesto). La triste verdad es que en todo el Gran Oriente Medio y cada 
vez más zonas de África, se podría escribir un párrafo parecido 
adelantándose al empleo de unidades de Operaciones Especiales, drones, 
asesores, lo que sea, como también podrían ser los lamentables 
resultados de hacer movimientos como esos en... [agregue aquí el nombre 
del país que a usted le parezca]. 
 Pongámoslo de otra manera; en
 un Washington que parece incapaz de hacer cualquier cosa que no sea la 
adoración al poder militar de Estados Unidos, la formulación de la 
política global se ha convertido en un notable proceso de repetición 
mecánica de ‘ante todo lo militar’. Es como si, según se acumulan los 
problemas en nuestra vida, miráramos en el armario de las ‘soluciones’ y
 lo único que pudiéramos ver es un enorme soldado armado hasta los 
dientes y lo soltáramos para que hiciera una tropelía más. 
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