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quinta-feira, 12 de maio de 2016

Brasil: ¿y ahora qué?

En el momento que escribo solo faltan horas para que el golpe de Estado parlamentario-judicial-mediático en Brasil se haya consumado al estilo hondureño o paraguayo. No importa que la mayoría de los intelectuales, artistas y movimientos sociales se hayan manifestado en contra durante semanas, que ninguna personalidad prestigiosa en Brasil, o en el mundo, lo haya apoyado.
La mayoría del Senado de Brasil aprobaría esta madrugada, pese a carecer de fundamento jurídico, el juicio político, o impeachment, contra la presidenta Dilma Rousseff. Ella, conviene insistir, no ha cometido “delito de responsabilidad”, requisito fijado por la Constitución para abrir el juicio político. El procedimiento es tan obvia y escandalosamente grotesco que hasta la fétida OEA y su pendular Comisión Interamericana de Derechos Humanos han puesto reparos. No, claro, con el desvelo y afán de su secretario general por servir al imperialismo contra Venezuela.
Suponiendo que la presidenta hubiese incurrido en la falta que se le imputa, no pasaría de ser una pequeña infracción administrativa que no amerita una medida de la magnitud de la tomada, según opinan abogados eminentes de Brasil. Protagonistas de esta conjura atroz y decadente: una Cámara de Diputados y un Senado, cuya mayoría está formada por vividores e ignorantes, representantes no de los intereses de sus electores sino de los grandes negocios. Sean los del agribussines, los que abogan por la industria de armamentos y las empresas de seguridad privada, o la pintoresca y oscurantista cofradía de pastores y activistas pentecostales.
Casi todos ligados a grandes transnacionales como Monsanto y Syngenta o a gigantescos emporios financieros como el de George Soros, Goldman Sachs y otros de la misma calaña, gestores -con la complicidad o el auspicio de Washington- de golpes de Estado, guerras civiles y demolición de países.
Hay que añadir una hornada de jueces venales y un Tribunal Supremo Federal que sirven, salvo excepciones, a quien mejor les pague. Otra fuerza decisiva, esta sí verdadero estado mayor del golpe, es la integrada a escala nacional por la red multimedios Globo, la revista Veja y los diarios O Estado de Sao Paulo y Folha de Sao Paulo. A escala internacional, gran parte de la mafia mediática ha participado en el linchamiento de Dilma, Lula y los gobiernos del PT pero se llevan las palmas los británicos Financial Times y The Economist, y el estadounidense The Wall Street Journal . Sus nombres lo dicen todo.

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