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quinta-feira, 26 de maio de 2016

La mafia al gobierno, el mercado al poder

Ninguna imagen podría reflejar mejor lo que está sucediendo en Brasil que la primera foto de familia del presidente interino Michel Temer con su gabinete: recién salida del túnel del tiempo, la imagen es el retrato perfecto de la «casa grande», de la vieja oligarquía que festejaba la recuperación absoluta de un poder del que nunca fue desplazada del todo pero que ahora no deberá compartir con nadie. Por primera vez desde la dictadura militar, no había ninguna mujer, ninguna persona de piel negra, ningún trabajador. Los nuevos ministros forman un grupo homogéneo de señores mayores, ricos, blancos, cristianos, conservadores, terratenientes, gerentes de bancos y empresarios con pocos cabellos, casi ninguna barba, algunos pocos bigotes de estilo militar, varias causas por corrupción, trajes caros y muchas corbatas repetidas.
Teniendo en cuenta los datos del último censo, el economista Bruno Mandelli calculó que la probabilidad estadística de seleccionar aleatoriamente 23 ciudadanos brasileños (el número de ministros designados en su primer día de gobierno por Temer) y que todos sean varones es de una en ocho millones. Que todos sean varones y blancos, una en 64 billones. Pero en Brasil pasan esas cosas: el diputado Fernando Lúcio Giacobo, del evangélico Partido de la República, que ocupa la vicepresidencia de la Cámara y votó a favor del impeachment de Dilma Rousseff, dice que ganó la lotería 12 veces seguidas. Giacobo ascendió a vicepresidente cuando Waldir Maranhão (otro con más prontuario que currículum), tuvo que ocupar la presidencia porque el anterior presidente, Eduardo Cunha, aliado de Temer («Las tareas difíciles se las encargo a Cunha», había declarado el presidente interino) y principal impulsor del juicio político a Rousseff fue apartado del cargo por decisión unánime de la Corte Suprema. Cunha está procesado por corrupción pasiva, lavado de dinero y evasión fiscal, y la justicia suiza informó a la brasileña que tenía cuentas bancarias no declaradas en ese país con millones de dólares que no puede explicar de dónde salieron. Delatores de la operación «Lava jato» lo acusaron de haber recibido 52 millones de reales (casi 15 millones de dólares) de coimas en 36 cuotas en apenas uno de los casos en los que está siendo investigado. Cunha llegó a la presidencia de la Cámara derrotando a los candidatos del oficialismo y la oposición de derecha, apoyado por el «bajo clero» parlamentario y los bloques evangélico, ruralista y de la «mano dura», gracias a las generosas donaciones de campaña que negociaba para diputados de diferentes partidos como lobista de empresas y corporaciones. El lavado de dinero de la corrupción lo hacía a través de iglesias evangélicas y empresas off shore en paraísos fiscales. Llegó a la cima del poder en los años 90 con PC Farias, el cajero de Collor de Melo, fue el principal arquitecto político del golpe contra Dilma y ahora está a un paso de ir preso.

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