En la lucha de un movimiento llega un momento en el que el éxito es 
un momento gratificante pero también muy peligroso. El régimen de 
apartheid en Sudáfrica prosiguió con sus políticas más despiadadas y 
letales poco después de la caída del régimen. Si uno no amenaza a un 
régimen o Estado sin lugar a dudas injusto y a quienes lo apoyan, te 
ignorarán y no les parecerá necesario enfrentarse a ti; si das en el 
clavo, habrá reacción.
Eso es lo que le ha ocurrido al movimiento
 de boicot, desinversión y sanciones [a Israel] (BDS). Este movimiento 
es la extensión lógica del buen trabajo hecho por todos los grupos y 
comités de solidaridad con Palestina. Hace gala de un apoyo firme e 
inquebrantable al pueblo palestino a través del contacto directo con los
 verdaderos representantes de las comunidades palestinas de dentro y 
fuera de Palestina. Hasta hace poco Israel lo consideraba marginal e 
ineficaz. Incluso algunos amigos de Palestina en Occidente objetaban lo 
mismo al BDS: su ineficacia.
Pues bien, parece que el movimiento 
es más eficaz de lo que quienes lo concibieron habían esperado alguna 
vez. No es sorprendente: representa un nuevo zeitgeist en 
política, como se ve en el electorado joven que votó a Jeremy Corbyn en 
el Reino Unido y a Bernie Sanders en Estados Unidos. El deseo de una 
política más limpia y más moral que se atreva a desafiar al sistema de 
economía y política neoliberal en Occidente provocó el apoyo de estos 
jóvenes a, irónicamente, dos señores mayores que representan una forma 
más pura de la política . 
En el bagaje de políticos más puros se
 puede encontrar un apoyo firme al pueblo palestino. Actualmente la 
única manera de mostrar fuera de Palestina apoyo a los y las palestinas 
es a través del BDS. En Reino Unido esta lógica la entienden aquellas 
personas que votaron a Corbyn y aquellas que están activas en cualquier 
parte en apoyo a causas como la justicia social, la estrategia ecológica
 y los derechos humanos y los de los pueblos originarios.
Miembros
 de las élites políticas y de la clase dirigente en puestos muy altos 
expresan un apoyo claro y sin reparos a Palestina. ¿Cuándo se ha visto 
este apoyo en un líder de la oposición en Gran Bretaña y de un candidato
 a la presidencia en Estados Unidos? Aún cuando el apoyo de este último 
sea bastante débil y reservado, en el contexto de la política 
estadounidense un candidato que se permite no recurrir a la AIPAC* y no 
se le cae el cielo sobre la cabeza es una revolución.
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