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terça-feira, 11 de julho de 2017

Declaraciones

El 4 de julio, Día de la Independencia de Estados Unidos, fue festejado igual que siempre, como un día de patriotismo comercializado sin gran consciencia de qué es o qué significa esa fecha, pero esta vez sí había una inquietud, una duda, y hasta angustia porque este país está al borde de anular los principios con que dice haber nacido en 1776.
No hubo grandes expresiones públicas de esto. En las calles algunos muy patrioteros se vistieron con los colores nacionales, algunos hechos de la bandera nacional (sin recordar que esto era como sacrilegio hace medio siglo, y que fueron los hippies y otros quienes en los años 60 se atrevieron a hacer esto como parte de su expresión de protesta). Comieron muchos; demasiados, hot dogs y hamburguesas (considerados los alimentos más gringos, pero que en verdad son, como casi todo lo demás menos lo indígena, regalos de inmigrantes, en este caso los alemanes). El día culminó con los tradicionales espectáculos de fuegos artificiales (regalo de los chinos), mientras se tocaba alguna mezcla rara de canciones patrióticas y rock light. Y, claro, el himno nacional, el cual –como señaló de manera brillante Laurie Anderson hace muchos años– es, tal vez, el único en el mundo que está lleno de interrogantes y dudas, empezando con su primer verso: “Oh, say can you see?” –¿puedes ver o no?... no se sabe.
Ese día, la National Public Radio (NPR), además de su tradicional lectura de la Declaración de Independencia del 4 de julio de 1776, decidió difundir el texto del documento histórico por fragmentos de 140 caracteres, o sea, 113 tuits consecutivos. Mientas ocurría, había respuestas cada vez más curiosas y hasta alarmantes en las redes. Esto se intensificó cuando se estaban tuiteando las secciones sobre las feroces críticas contra el rey Jorge III, de Gran Bretaña, por los insurgentes en las colonias, frases como ha obstruido la administración de justicia al rehusarse aprobación de leyes para establecer poderes judiciales; y otra como Un príncipe cuyo carácter es así, marcado por cada acto que podría definir un tirano, no es apto para ser el gobernante de un pueblo libre.

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