Ha pasado un año desde el fracaso lamentable de la tentativa de golpe
de Estado militar realizada por sectores cercanos al predicador F.
Gülen y la puesta en marcha exitosa del golpe de Estado civil por R. Erdogan para transformar el régimen en un sentido autoritario. Las
espectaculares puestas en escena, sin reparar en gastos, organizadas por
el régimen el fin de semana del 15-16 de julio se lo han recordado a la
sociedad turca y al resto del mundo.
Durante estas festividades el Reis Erdogan ha
“prometido arrancar la cabeza de los traidores”… cuando la tentativa del
golpe militar no gozó de simpatías en ningún sector significativo de la
sociedad y cuanto todas las corrientes políticas lo condenaron
inmediatamente (salvo los gulenistas). Pero ya está establecido que este
episodio ha sido el pretexto para aniquilar políticamente a los
opositores demócratas más vigorosos, operar purgas masivas (en
particular entre los funcionarios), apuntando a miles de personas,
militantes o no, que no tuvieron nada que ver ni de cerca ni de lejos
con la tentativa de golpe de Estado y realizar, aprovechando todo esto,
un plan de austeridad de gran envergadura en la función pública.
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