Durante las últimas décadas, la precariedad laboral ha pasado de ser
una patología de los sistemas de relaciones laborales nacionales a un
componente genético del mercado de trabajo global.
Este cambio
tiene mucho de ver con el tránsito del capitalismo industrialista de
base nacional a un capitalismo financiero global. La razón no debe
buscarse en el terreno de la ética. El capitalismo en todas sus
modalidades, como cualquier forma de organización y dominación social,
solo apuesta por la ética si le sale más caro no hacerlo.
Las
causas más bien debemos buscarlas en el terreno del modelo productivo,
la organización social dominante y la ideología que los sustenta.
La
precariedad laboral actúa hoy como la más mutante de las bacterias .
Responde con una gran celeridad y eficacia y neutraliza todas las formas
sociales, políticas y legales que se usan para combatirla. De ahí su
gran peligrosidad para el Estado social y, de rebote, para el propio
sistema democrático.
Tengo para mí que aún no hemos analizado
bien el cambio cualitativo que supone el paso de la precariedad como
patología a la precariedad como elemento genético del mercado de trabajo
global.
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