Estados Unidos libra una guerra contra el imperio de la
ley entre las naciones, y representa el peligro más inminente a la
supervivencia de los seres humanos. La doctrina ilegal de Washington de
intervenciones militares “humanitarias”, promovidas por Bill Clinton y
elevadas por Barack Obama a la categoría de principio nacional, marca el
carácter de un Estado prepotente que está en contra de todas las normas
internacionales”, dice Ajamu Baraka de la Alianza Negra por la Paz. “No
existe ningún principio legal que justifique la presencia de EE.UU. en
Siria, pero las fuerzas militares estadounidenses están en Siria sin
ningún tipo de oposición interna.”
En cambio, muchos de los que
deberían estar conformando una oposición interna a los flagrantes
crímenes contra la paz de Washington se hallan consumidos con la
obsesión de castigar a Rusia por ofensas imaginarias contra una ficticia
“democracia” estadounidense.
Ajamu Baraka hace un llamado a
“la restauración del compromiso con las leyes de parte de las
autoridades de EE.UU.”, una demanda mínima que debería hallar eco en
todas las personas civilizadas, especialmente los afroamericanos, para
quienes las leyes de EE.UU. han estado siempre plagadas de
“excepciones”. Sin embargo, los falsos líderes negros de la
partidocracia ahora reciben instrucciones de la CIA, la NSA, el FBI y
otras agencias de espías actualmente aliadas al Partido Demócrata —la
más abyecta de las capitulaciones que una mente maligna podría imaginar.
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