“En dos horas no puedes convertirte en un profesional, pero damos a los
visitantes la conciencia de lo que significa mantener tu vida a salvo, a
tu comunidad y a tu familia”, dice Sharon Gat con una sonrisa brillante
que resplandece por los territorios palestinos ocupados, donde ahora
pisa este coronel de reserva del Ejército de Israel.
El orgullo de Gat
es Calibre 3, una empresa de seguridad que nació al calor de la lucha
contra el terrorismo desatada por Estados Unidos luego de los atentados a
las Torres Gemelas de Nueva York en septiembre de 2001. Desde esa
fecha, la industria de las denominadas “empresas contratistas” se
expandió como un reguero de pólvora (literal) por Afganistán e Irak, y
tuvo su punto de mayor esplendor con la invasión estadounidense a suelo
iraquí en 2003. Blackwater, DynCorp o Halliburton fueron las compañías
que llevaron al terreno una de las propuestas insignias de los
neoconservadores encabezados por George W. Bush: privatizar
absolutamente todo lo que se cruce en el camino, expandir por el mundo
una política de guerra permanente y permitir a las grandes empresas -en
las que los neoconservadores eran sus principales directivos-, firmar
contratos millonarios con los estados, aunque los resultados positivos
todavía se están esperando.
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