Todo israelí decente debería leer el testamento de Omar al-Abed.
La verdadera traición no es leer sus últimas palabras. La verdadera
traición es pensar que más detectores de metales y asesinatos
selectivos, más detenciones y demoliciones de viviendas, más tortura y
despojo podrán prevenir los numerosos ataques que aún están por venir.
La verdadera traición es enterrar la cabeza en la arena.
Sin negar el horror de su terrible acción,
todo israelí debe prestar atención a las palabras de Abed y extraer las
inevitables conclusiones. Porque toda Cisjordania, y por supuesto la
Franja de Gaza, se convertirán en un Omar al-Abed, no sabemos cuándo.
Cualquiera que piense que podría ser de otra manera, debe mirar a la
historia. En esto consisten la ocupación y la resistencia a ella: en
masivo e inútil derramamiento de sangre.
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