En Europa sí hay una alternativa de izquierda radical, de ruptura
anticapitalista, de opción internacionalista, antimperialista,
feminista, ecologista… Pero, si la izquierda radical, como ocurrió en
Grecia provoca una frustración esa ventana se va a abrir mucho más hacia
la extrema derecha. Una fuerza de izquierda que pretende lograr un
cambio tiene que comprometerse a desobedecer, a movilizar a la
ciudadanía y a buscar la solidaridad entre los pueblos. Para los países
periféricos como Grecia, la desobediencia implica la suspensión del pago
de la deuda para poder
tener un margen de maniobra para invertir en su economía. Es necesario,
una correlación de fuerzas frente a los acreedores para obligarlos a
sentarse en una mesa de negociación.
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