Resulta difícil imaginar que pudiera ocurrir algo peor a Faluya 
después de los crímenes de guerra y de los criminales ataques del 
ejército estadounidense en 2004. En aquel momento un corresponsal 
escribió: “Desde la invasión y ocupación nazi de gran parte del 
continente europeo (el bombardeo del Varsovia en septiembre de 1939, el 
terrible bombardeo de Rotterdam en mayo de 1940) no ha habido nada como 
el ataque a Faluya.” (1)  
 Según se informó, el 70 % de las 
casas y comercios habían sido destruidos y los que quedaba en pie 
estaban dañados. El médico iraquí Ali Fadhil describió la ciudad de la 
siguiente manera:  
 “[…] está totalmente devastada, 
destruida por todas partes. Parecía una ciudad de fantasmas. Faluya era 
una ciudad moderna, ahora no queda nada. Estuvimos todo el día caminando
 entre los escombros que habían sido el centro de la ciudad. No vi un 
solo edificio que sirviera.” (City of Ghosts, The Guardian, 11 de enero de 2005.)
Nicholas J. Davies, autor de Blood on our Hands – the American Invasion and Destruction of Iraq, escribió: 
 “[…] El Comité de Compensación de Faluya informó en marzo de 2005 que 
el ataque había destruido 36.000 viviendas, 9.000 comercios, 65 
mezquitas, 60 colegios, las dos estaciones de tren, uno de los dos 
puentes, dos centrales eléctricas, tres plantas de tratamiento de aguas y
 los sistema de saneamiento y de teléfonos de toda la ciudad.”
Ahora
 Human Rights Watch (HRW) ha elaborado un Informe (2) en el que señala 
que, aunque resulte increíble, al cabo de doce años, todo vuelve a estar
 deteriorado hasta el extremo de que “los habitantes de la asediada 
ciudad de Faluya se mueren de hambre. Las fuerzas gubernamentales 
iraquíes deberían permitir urgentemente la entrada de la ayuda en la 
ciudad y el grupo extremista Estado Islámico, también conocido como 
ISIS, que tomó la ciudad a principio de 2014, debería permitir a los 
civiles salir.”
Faluya se encuentra ahora asediada por el 
gobierno títere iraquí que ha impuesto Estados Unidos y por el ISIS, 
mientras miles de personas se manifiestan para protestar por otro 
gobierno respaldado por Estados Unidos que lo único que ha traído a la 
población es miseria. Aunque parezca increíble, el vicepresidente 
estadounidense Joe Biden y el general de división iraní Qassem Soleimani
 se han reunido “para dejar claro […] que no se debe hacer un intento de
 derrocar” al actual primer ministro [iraquí] Haider al-Abadi. (“US, 
Iran Keep Iraqi PM in Place”, Reuters, 6 de abril de 2016.) 
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