Una de las noticias que llegan al público español a través de los 
mayores rotativos y grandes cadenas de televisión es que Francia está 
viviendo una situación de gran agitación social, dirigida en parte por 
los mayores sindicatos y los mayores movimientos sociales de 
sensibilidad progresista, que gozan de un considerable apoyo, muy en 
particular entre los jóvenes, que han iniciado un movimiento muy 
semejante al movimiento de los indignados en España que se está 
extendiendo por todo el país.
La causa inmediata de esta agitación
 social ha sido la propuesta de reforma laboral del gobierno socialista 
del Sr. Hollande (uno de los presidentes menos populares que haya tenido
 aquel país), una reforma que, en muchos aspectos, parece inspirarse en 
la reforma laboral del gobierno del PP, presidido por el Sr. Rajoy, que 
fue, en su día, iniciada por el gobierno socialista del PSOE, presidido 
por el Sr. Zapatero. Las principales características de esta reforma son
 que facilita el despido de los trabajadores por parte de los 
empresarios (lo que se define como facilitar la “flexibilidad” del 
mercado de trabajo) y descentraliza los convenios colectivos a nivel de 
empresa, además de otras medidas que debilitan a los convenios 
colectivos y a los sindicatos. El argumento que se utiliza para 
justificar esta reforma es el de que el elevado desempleo en Francia, un
 10,4% (Fuente: EUROSTAT, Unemployment rate by sex and age, annual 
average, %), es atribuible a la excesiva rigidez del mercado de trabajo,
 reproduciendo el argumentario que tanto el PSOE como el PP (y ahora 
también Ciudadanos) han estado promoviendo en España. Tales prácticas 
asumen que dicha supuesta rigidez hace muy difícil para los jóvenes 
entrar en el mercado de trabajo, permaneciendo como “outsiders” frente a
 los “insiders”, que son los que tienen trabajos fijos. La propuesta del
 contrato único de Ciudadanos (a la que ni siquiera el PP se atrevió) 
aparece en forma modificada en el pacto PSOE-C’s.
Apoyando tales 
medidas están la patronal así como las grandes empresas, tanto de 
carácter financiero como las empresas manufactureras y de servicios (el 
IBEX-35 francés). Y, como era de esperar, el establishment académico e 
intelectual de las llamadas “ciencias” económicas están promoviendo esa 
reforma laboral a través de los medios de información y persuasión 
financiados por aquellas empresas. Entre tales economistas del 
establishment están el que fue economista en jefe del Fondo Monetario 
Internacional (FMI), el Sr. Olivier Blanchard, y el Premio Nobel de 
Economía, el Sr. Jean Tirole.
Oponiéndose a estas medidas están, 
además de los mayores sindicatos (como la CGT), los mayores movimientos 
sociales progresistas, los partidos de izquierdas -incluyendo la 
izquierda del Partido Socialista (un sector que ha dejado de existir 
dentro del PSOE, como se muestra con el apoyo del guerrismo al pacto 
PSOE-C’s) y los supuestos beneficiarios de la reforma, los jóvenes, que 
han iniciado el movimiento 15-M en Francia. En el mundo académico 
económico Thomas Piketty, que ha sido asesor de Podemos, se opone a 
tales reformas, acentuando que el elevado desempleo en Francia tiene 
mucho más que ver con la falta de crecimiento económico que con las 
supuestas rigideces del mercado de trabajo, tal como unas pocas voces 
críticas con la sabiduría convencional del pensamiento económico 
neoliberal (dominante en el establishment financiero-político-mediático 
español) hemos estado acentuando en España (ver mi libro Ataque a la 
democracia y al bienestar. Crítica al pensamiento económico dominante, 
Anagrama, 2015).
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