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sexta-feira, 22 de abril de 2016

Impeachment geopolítico

Se consumó el primer paso para desbancar del poder al PT en Brasil. Después de 13 años en el poder y de haber ganado en 2014 por cuarta vez consecutiva las elecciones presidenciales brasileñas (dos con Lula y dos con Dilma), la derecha brasileña, muy bien acompañada por la derecha internacional, inició la ofensiva para acabar con el gobierno petista de Dilma Rousseff. Lo que no se había conseguido por el voto popular, había que conseguirlo con el voto de unos congresistas en buena parte manchados por la sospecha de la corrupción. Así es como 367 diputados consiguieron imponer su voluntad sobre la de 54 millones de brasileños.
Pero más allá de la ofensiva de los sectores conservadores brasileños en busca de incrementar sus cuotas de poder, hay que tener en cuenta el posicionamiento geopolítico y geoeconómico del gigante sudamericano lo que, en buena parte, nos ayudará a entender el apoyo directo, o bien la omisión de condena ante el golpe, de los medios y los líderes conservadores a nivel internacional. Brasil siempre fue un vecino incómodo para los EEUU. El vecino que por su peso económico, geográfico y poblacional siempre se negó a formar parte del patio trasero de los EEUU. Pero en los últimos años, el vecino incómodo se hizo aún más ruidoso y empezaba a tener unos amigos que hacían sombra al poder estadounidense en la región y también fuera de ella.
Estos amigos incómodos aparecían denominados bajo el paraguas de los BRICS. Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica son los principales países que están disputando y rompiendo la hegemonía estadounidense post-Guerra Fría en el siglo XXI. Fukuyama, muy equivocado, predijo el Fin de la Historia, pero la Historia continúa, y las disputas por los espacios de poder y contrapoder siguen presentes en el sistema internacional.
Volviendo a Brasil, pero retrocediendo algunos años, tenemos que desde el momento de la asunción de Lula da Silva al gobierno brasileño, allá por el año 2004, ya comenzó a presentar ciertos quebraderos de cabeza para la hegemonía estadounidense. El Brasil de Lula, junto a la Argentina de Néstor Kirchner y la Venezuela de Hugo Chávez (otros vecinos incómodos, a los que habría que ir sumando a muchos otros países de la región) daban el último portazo al panamericanismo estadounidense. El panamericanismo es aquella visión geopolítica de Washington que nacía con la Doctrina Monroe, se fortalecía con el Corolario Roosevelt, se institucionalizaba con la OEA, se robustecía con las intervenciones militares estadounidenses en América Latina, y quería tener como colofón la firma del mayor área de libre comercio del mundo, el ALCA.

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