Se consumó el primer paso para desbancar del poder al PT en Brasil. Después de 13 años en el poder y de haber ganado en 2014 por cuarta vez 
consecutiva las elecciones presidenciales brasileñas (dos con Lula y dos
 con Dilma), la derecha brasileña, muy bien acompañada por la derecha 
internacional, inició la ofensiva para acabar con el gobierno petista de
 Dilma Rousseff. Lo que no se había conseguido por el voto popular, 
había que conseguirlo con el voto de unos congresistas en buena parte 
manchados por la sospecha de la corrupción. Así es como 367 diputados 
consiguieron imponer su voluntad sobre la de 54 millones de brasileños. 
 Pero más allá de la ofensiva de los sectores conservadores brasileños 
en busca de incrementar sus cuotas de poder, hay que tener en cuenta el 
posicionamiento geopolítico y geoeconómico del gigante sudamericano lo 
que, en buena parte, nos ayudará a entender el apoyo directo, o bien la 
omisión de condena ante el golpe, de los medios y los líderes 
conservadores a nivel internacional. Brasil siempre fue un vecino 
incómodo para los EEUU. El vecino que por su peso económico, geográfico y
 poblacional siempre se negó a formar parte del patio trasero de los 
EEUU. Pero en los últimos años, el vecino incómodo se hizo aún más 
ruidoso y empezaba a tener unos amigos que hacían sombra al poder 
estadounidense en la región y también fuera de ella. 
 Estos 
amigos incómodos aparecían denominados bajo el paraguas de los BRICS. 
Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica son los principales países que 
están disputando y rompiendo la hegemonía estadounidense post-Guerra 
Fría en el siglo XXI. Fukuyama, muy equivocado, predijo el Fin de la 
Historia, pero la Historia continúa, y las disputas por los espacios de 
poder y contrapoder siguen presentes en el sistema internacional. 
 Volviendo a Brasil, pero retrocediendo algunos años, tenemos que desde 
el momento de la asunción de Lula da Silva al gobierno brasileño, allá 
por el año 2004, ya comenzó a presentar ciertos quebraderos de cabeza 
para la hegemonía estadounidense. El Brasil de Lula, junto a la 
Argentina de Néstor Kirchner y la Venezuela de Hugo Chávez (otros 
vecinos incómodos, a los que habría que ir sumando a muchos otros países
 de la región) daban el último portazo al panamericanismo 
estadounidense. El panamericanismo es aquella visión geopolítica de 
Washington que nacía con la Doctrina Monroe, se fortalecía con el 
Corolario Roosevelt, se institucionalizaba con la OEA, se robustecía con
 las intervenciones militares estadounidenses en América Latina, y 
quería tener como colofón la firma del mayor área de libre comercio del 
mundo, el ALCA. 
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