Cuando me enseñaba a escribir a mí mismo, cuando tenía entre 20 y 25
años, producía (y botaba) todo tipo de autobiografías. Escribí diarios
glorificados. Hice personajes ficticios a mis amigos y conocidos.
Todavía escribo columnas todo el tiempo en primera persona. Escribí un
libro para niños en los últimos años que era ficción, pero incluía a mi
hijo mayor y mi sobrina y sobrino como personajes. Pero no he tocado la
autobiografía en más años de los que había estado vivo cuando solía
participar en ella.
Me han pedido varias veces que escriba
capítulos para libros sobre “cómo me convertí en activista por la paz”.
En algunos casos, me disculpé y dije que no podía. Para un libro llamado
Why Peace, editado por Marc Guttman, escribí un capítulo muy
breve titulado “¿Por qué soy un activista por la paz? ¿Por qué tú no lo
eres?” Mi punto era básicamente expresar mi indignación del porqué uno
tendría que explicar su trabajo para acabar con lo peor del mundo,
mientras que millones de personas que no hacen nada para acabar con
ello, no ofrecen ninguna explicación por su comportamiento reprensible.
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