Adam Tooze no iba a ser historiador de los Estados Unidos. “Terminé
estudiando este país por accidente”, cuenta el académico británico, que
dedicó sus primeros libros al análisis de la economía política alemana,
antes y después de las guerras mundiales. “Pero es que cualquiera al que
le interese el poder en el siglo XX termina, por fuerza, convirtiéndose
en ‘americanista’. Quizá por eso, Tooze desconfía de quienes dan por
muerta la supremacía imperial estadounidense. En el primer capítulo
de la serie ‘Qué Hacer’ el geógrafo David Harvey descartaba el
imperialismo como concepto vigente para entender el mundo contemporáneo,
haciendo hincapié sobre las relaciones de clase a nivel transnacional.
Su compatriota Adam Tooze complica esa noción al señalar la fortaleza
histórica de los Estados Unidos como indiscutible potencia militar y
económica. Lejos de debilitarla, la crisis de 2008 sirvió para
fortalecer la posición relativa Estados Unidos --y su moneda-- en el
sistema internacional, apunta Tooze. Afianzados el dominio militar y
económico, Tooze sitúa el foco sobre la tercera pata del poder
estadounidense: su hegemonía. Es precisamente esa dinámica, el
resquebrajamiento de la capacidad de imponer un relato que convencía a
otros países de las bondades de un mundo vertebrado en torno a
Washington, sobre la que Tooze explica el ascenso de Trump y su más que
probable fracaso político.
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