Sólo de manera fugaz y coyuntural es el nacionalismo una ideología
progresista. Ocurre cuando prende en los países colonizados por una
potencia imperial, que explota y discrimina a los nativos, y anima a
éstos a defender su lengua, sus usos y costumbres, sus creencias,
impregnándolos de una “conciencia nacional”. Este tipo de nacionalismo
ha ido decreciendo con la descolonización y convirtiéndose en la
ideología ultrarreaccionaria con que sátrapas sanguinarios como Mobutu
en el ex-Congo belga y el Mugabe de la excolonia británica Zimbabue se
eternizaron en el poder, saquearon sus países y los bañaron de sangre y
cadáveres.
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