La campaña en China para expulsar a los trabajadores migrantes de
Beijing está diseñada para exprimir más beneficios del suelo urbano y
reservar la ciudad para las élites.
El 18 de noviembre, un incendio en las afueras de Beijing mató a diecinueve personas,
entre ellas ocho niños. La escalada de los alquileres en el núcleo
urbano ha empujado a la clase trabajadora -especialmente a los
trabajadores migrantes sin permiso de residencia local- a unas casas mal
construidas, llenas de gente, y mal reguladas, que han preparado el
escenario de esta tragedia completamente predecible. Unas condiciones de
vida peligrosas, desplazamientos excesivamente largos, y la exposición a
riesgos para la salud son el precio que los migrantes pobres tienen que
pagar para acceder al creciente mercado de trabajo urbano.
Sem comentários:
Enviar um comentário