La vivienda es la precondición necesaria para la seguridad, la
identidad, el bienestar emocional, el trabajo, el tiempo libre y la
comunidad. La mayor condena que pueda hacerse al capitalismo es su
incapacidad de proporcionar vivienda adecuada a quienes producen la
riqueza; la clase trabajadora. La alta proporción de personas de color
que no tienen un techo da cuenta de la línea divisoria entre los blancos
de la clase trabajadora y aquellos que no lo son, línea divisoria que
se basa en el legado histórico del racismo y de la construcción de
capitalismo como superación de la esclavitud. La explicación de la clase
gobernante se basa en la culpabilización de las víctimas, alegando que
quien sufre la falta de vivienda de alguna manera es incompetente. Otras
explicaciones más inteligentes –aunque incompletas– apuntan a la
escasez de vivienda accesible, la privatización de los servicios
públicos, la especulación inmobiliaria, la deficiente planificación
urbana, lo mismo que la pobreza y la desocupación.
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