En un pequeño poste de policía del barrio de El Bosque, en
Tegucigalpa, un grupo de unas cien personas se reúnen con cazuelas,
gritando “Fuera JOH!”. Aplauden a la policía. Son pasadas las 20h de la
tarde y ya se impuso el toque de queda que el Gobierno de Honduras
decretó después de los enfrentamientos que hubo por la demora del
Tribunal Supremo Electoral (TSE) en dar los resultados oficiales de los
comicios celebrados el domingo 26 de noviembre.
Hay unos siete policías apoyados en las paredes que miran con complicidad a familias que han salido de sus casas en pijama, con las ollas y los cucharones para hacer ruido. Hay abuelas, niños, madres, hermanos, vecinos.
“Ya no queremos más a este presidente”, comenta uno de los manifestantes. “Estamos cansados de tanta corrupción”, añade.
“Esto ya no se trata de Salvador [Nasralla]”, comenta una vecina que acudió a la espontánea movilización.
“Se trata de sacar a JOH”.
Hay unos siete policías apoyados en las paredes que miran con complicidad a familias que han salido de sus casas en pijama, con las ollas y los cucharones para hacer ruido. Hay abuelas, niños, madres, hermanos, vecinos.
“Ya no queremos más a este presidente”, comenta uno de los manifestantes. “Estamos cansados de tanta corrupción”, añade.
“Esto ya no se trata de Salvador [Nasralla]”, comenta una vecina que acudió a la espontánea movilización.
“Se trata de sacar a JOH”.
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