La mayoría de los comentaristas esperaban que el anuncio del presidente
Trump de reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel aumentara la
tensión, alimentara la violencia y posiblemente provocara otra guerra
regional, lo que habría ayudado al gobierno estadounidense a cambiar el
equilibrio de poder en Oriente Próximo en el que está perdiendo terreno
gradualmente.
Trump hizo su discurso sobre Jerusalén solo un día
antes de que Rusia anunciara que había concluido con éxito su misión
para destruir al Estado Islámico (EI) patrocinado
por los saudíes en Siria, una especie de declaración de victoria sobre
los intereses saudíes y estadounidenses que muy probablemente marque el
fin de la guerra en Siria.
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