Con la votación del pedido de impeachment de la presidenta Dilma Rousseff en el plenario de la Cámara este domingo nada se definirá. La
crisis de representación que afecta al Ejecutivo, Legislativo, Judicial,
partidos políticos, medios de prensa, y movimientos sociales más
estructurados no va a pasar de una hora para otra con el rechazo o
aprobación del impeachment para que el Senado prosiga el rito. Aunque
los ánimos del mercado señalen que el impeachment es muy probable -las
alzas de la bolsa y derretimiento del dólar van en ese sentido- el hecho
es que nadie está en condiciones de afirmar lo que acontecerá el
domingo.
Una cosa es cierta: lo que fuera decidido por el Congreso
más cuestionado de la historia no va a cambiar mucho los desafíos que se
tejen en el terreno de la lucha, que es donde podemos esperar cambios.
Esta constatación se debe al hecho de que el gobierno Dilma por sí sólo
es indefendible, y no señala ningún cambio de postura en el sentido de
una apertura democrática para discutir los rumbos del país caso
permanezca. Por otro lado, un gobierno Temer promete ser ultra-liberal
con su “puente hacia el futuro”. Por tanto, cabe trazar algunos
escenarios teniendo en cuenta que todos los principales actores
políticos que actúan en el ámbito de la representación parecen ser
responsables por este impasse político que ya dura por lo menos cinco
meses.
Es importante subrayar: lo que está en curso no me parece
ser un golpe en el sentido estricto, que remite a 1964, mucho menos un
golpe que toma al gobierno Dilma de sorpresa. Se trata de una
agudización de la tensión en el ámbito de la coalición gubernamental que
se deshace. Si fuese un golpe mismo, no habrá siquiera tiempo de
negociar acuerdos en torno de cargos y enmiendas como está siendo hecho
abiertamente. Sin hablar que el gobierno Dilma puede entrar con una
acción en el STF (Supremo Tribunal Federal), contestando el parecer
favorable o incluso la regularidad de los tales créditos suplementarios.
Hasta ahora, el gobierno Dilma y el PT no han producido ningún
cuestionamiento en relación al rito del impeachment. Nada mejor que el
tiempo para mostrar el juego político: estamos asistiendo a una disputa
por el poder con las debidas patadas en la canilla sin pudor alguno.
La narrativa de “no va a tener golpe” parece apartada de toda base
social -más allá del izquierdismo practicado por una parte dominante de
la izquierda institucional-, limitando el contacto con la mayor parte de
la población en el juego de la opinión pública, que es lo que se
disputa en las calles y en la redes, mirando lo que pasa arriba, en la
institucionalidad. Esa narrativa parece apartada en relación a la
opinión pública, y tiende a una lógica propia, más próxima de los
intereses económicos que rigen sus mandatos.
A lo máximo se
trata de un golpe lento y paciente lanzado por el pelo PMDB sobre el PT,
que moviliza su base de apoyo de forma justa para intentar equilibrar
un juego que le es cada vez más desfavorable conforme el tiempo pasa;
basta ver la decisión del PP (Partido Progresista) de votar a favor del
impeachment incluso después de todas las coimas que le ofrecían, hasta
el Ministerio de Salud.
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