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quinta-feira, 23 de fevereiro de 2017

Siria, la izquierda y el “camarada” Putin

La intervención militar de Rusia en la guerra de Siria ha dividido a la izquierda en tres principales grupos: los que creen firmemente que los rusos (¿soviéticos?), desde Siria, están parando los pies al “yihadismo” e imperialismo; los que le acusan de crímenes de guerra y de ser igual o peor que los yanquis, y quienes a pesar de asimilar que la patria de Lenin hoy es un país capitalista, se consuelan con que fortalecerla pondría fin a la pesadilla del mundo unilateral dirigido por EEUU.
Vladimir Putin, héroe o villano
Sin duda, la figura y la trayectoria del super presidente Putin es desconcertante. Desde Stalin ningún líder ruso ha gozado de tanta popularidad que él. Hábil en el uso de “humo y espejos”, el hombre de “orden y disciplina” que gobierna el país más grande del planeta, representa una alianza de la burguesía y magnates que controlan los medios de producción privatizados y públicos. Una élite “internacionalista” que presume de contar con el ex canciller del imperialismo alemán, Gerhard Schröder, que utilizando las “puertas giratorias” se ha colado en la dirección de Gazprom: la enfermedad holandesa azota Rusia y otros países productores de petróleo y gas.
El presidente Putin de hoy no es el mismo que hizo de primer ministro para un tal Boris Yeltsin, el Donald Trump ruso. En aquellos años, EEUU ni intentó debilitar o derrocar a Vladímir Vladímirovich, ya que podría servirle para contener a los comunistas.
Pragmático en interior y “realista” en la política exterior, Putin aplica su “sofisticada doctrina”: mientras celebra el “Día de la Cheka” en homenaje a la policía secreta bolchevique, o utiliza la simbología soviética en los desfiles públicos, o habla del “decadente Occidente imperialista”, mima también a la ultra conservadora iglesia ortodoxa, y pone velas para que Europa y EEUU le llamen para juntos administrar el mundo. Y Oriente Próximo es un excelente espacio para recuperar el estatus de la potencia mundial.
La putinomanía , creada desde un impulso maniqueo para desafiar la rusofobia (confundida con la “ comunismofobia ”), tacha de “conspiración occidental” a cualquier protesta (por muy obrera que sea) en contra de las políticas de Kremlin como si milagrosamente la “lucha de clase” hubiese desaparecido de aquella sociedad capitalista.

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