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sexta-feira, 24 de fevereiro de 2017

Votos, dinero y poder

Los años ´90 fueron cruciales para asociar de manera virtuosa la empresa y la política. La caída del muro y la mundialización de las finanzas y el comercio permitieron a la empresa y a los empresarios construir un nuevo lugar en la escena política. Lo que en décadas anteriores hubiese despertado sospechas, contrariedades y rechazos se transformó en una virtud. Allí había una experticia de cómo entender el desarrollo de la economía y cómo hacer del Estado una maquinaria “sin derroches”. El neoconservadurismo reactualizó la asociación virtuosa entre empresario y gestión política eficiente. ¿Quién mejor sabría cómo cuidar los ingresos y como transformarlos en rentabilidades?
El neoconservadurismo se empresarializó en las últimas décadas. Amplió la clase política con nuevos actores, los sacó del “lobby” y los colocó como posibles gestores de la vida estatal y pública.
Pese a este nuevo imaginario debemos indicar que la mayoría de los presidentes de los años ´90 no provenían del ámbito empresarial (Cardoso, Menem, Fujimori, Salinas de Gortari, etc.), tendríamos que esperar hasta inicios del siglo XXI para ver la realización de este proceso. Tal vez, podríamos decir que este proceso de empresarialización del espacio público comenzó en los clubes de fútbol, los cuales sirvieron de plataforma para lanzarse a la política europea y latinoamericana: Berlusconi (dueño del Milan, Macri (Presidente de Boca Juniors), Cartes (Presidente de Libertad) y Piñera (dueño del Colo Colo).
En la actualidad, un conjunto de presidentes –la mayoría pertenecientes al universo conservador- proviene del ámbito empresarial. Trump no inició este camino, lo comenzó Vicente Fox en México en el año 2000, iniciando un proceso de ampliación y de acceso de empresarios-presidentes a los gobiernos latinoamericanos.
La empresarialización de la política comenzó a desembarcar en la administración pública, en el Gabinete Ministerial y el poder Legislativo. Empresarios que buscaban “influir” por fuera del aparato institucional estatal comenzaron a sentirse legitimados para acceder a los mismos, para presentarse a elecciones. Salieron del closet y se animaron a la política. No solo eso, su procedencia empresarial les abrió un mundo de posibilidades, parte de las sociedades actuales y posmodernas observaron a estos actores como portadores de ciertas virtudes.

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