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quinta-feira, 22 de junho de 2017

Abandonados y sometidos a abusos

Rasha desapareció a última hora de la tarde del pasado sábado. Sus compañeras del campo de detención de refugiados cuentan que pasaron el rato como siempre con la muchacha de 20 años. Después se evaporó. El martes pasado, su amiga Amira, de 15 años, recibía una lluvia de imágenes en su móvil. En ellas, Rasha yacía desnuda en la cama con un hombre. Por encima de su cabeza aparecían caras grotescas de dibujos animados, acompañadas de un mensaje del anónimo sujeto: “Prometo raptarte también a ti”.
Esta no era, ni mucho menos, la primera amenaza que recibía la adolescente refugiada de la ciudad siria de Qamishli desde que llegó hace seis meses a la isla egea de Quíos. La existencia en el centro de detención rodeado de alambre de espino, una antigua fábrica conocida como Vial en las profundidades del interior montañoso de la isla, es un calvario para una niña que confía en comenzar una vida nueva en Europa, preferiblemente en el Reino Unido.
Sus compañeros de refugio la intimidan continuamente. “Los hombres dicen que van a atacarme y tratan de asustarnos para que no vayamos a Souda [otro campo de refugiados en la isla] ni a la ciudad. Me dicen: ‘Si te veo por allí, te atacaré. Te secuestraré y te mataré’”.
Amira está entre las decenas de menores no acompañados que se hallan en Quíos que podrían solicitar asilo en el Reino Unido en función de la enmienda Dubs. Hace un año, el gobierno británico anunció que ofrecería un santuario urgente a una considerable proporción de niños refugiados en estado de vulnerabilidad que se encontraran ya en Europa. Y la cifra ampliamente aceptada era la de unos 3.000 menores, hasta que el pasado mes de febrero, el ministerio del Interior paró inesperadamente el proyecto hasta reducirlo a sólo 480, un niño por cada 130.000 residentes en el Reino Unido. Ni un solo menor no acompañado ha sido trasladado desde Grecia al Reino Unido en virtud del proyecto Dubs.

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