Vale la pena leer el discurso de Trump a los líderes del Golfo
reunidos en Arabia Saudí el 21 de mayo en su totalidad. Es muy
preocupante.
Después de haberse elogiado por venta de armas a los saudíes de 110.000 millones de dólares,
continúa hablando de la amenaza planteada por el terrorismo y qué
trabajo maravilloso es para los EE.UU. y los "gulfis" -es decir, el
principal Estado de la región patrocinador de los escuadrones de la
muerte y sus aliados vecinos– es la lucha para combatirlo. A
continuación pasa a afirmar que en la raíz del terrorismo de la región
está al acecho, adivinen quién. La primera potencia que conduce el
retroceso regional de ISIS y Al Qaeda, Irán.
“Terroristas
hambrientos de su territorio, su financiación y el falso atractivo de su
ideología cobarde, serán la base para derrotarlos”, dice, “pero ninguna
discusión sobre la eliminación de esta amenaza sería completa sin
mencionar al Gobierno que ofrece a los terroristas las tres condiciones:
puerto seguro, respaldo financiero y la posición social necesaria para
su reclutamiento”. Así es casi exactamente cómo Joe Biden -en su intento
de encubrir la participación de EE.UU.- describía a los anfitriones saudíes de Trump
tres años antes. Pero Trump no está hablando de los patrocinadores
saudíes de ISIS, está hablando de Irán -el mismo responsable, con sus
aliados sirios y rusos- de que la bandera de ISIS no está flameando hoy
en Damasco.
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