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quarta-feira, 28 de junho de 2017

Las elecciones francesas, una farsa siniestra

La democracia electoral pluripartidista, joya de la modernidad democrática en Europa y en Estados Unidos, está gangrenada y ha iniciado el camino de su decadencia. La dictadura ejercida por el capital de los monopolios financieros ha aniquilado visiblemente el alcance y el sentido de las elecciones. Esta es una experiencia por la que Francia ya había pasado hace unos años: el pueblo francés había rechazado por referéndum la propuesta de constitución europea; esto no preocupó en absoluto al gobierno ni al parlamento, ¡que la adoptaron al día siguiente!
La lección que sacó de ello el pueblo francés fue simplemente que el voto había perdido su alcance decisivo y que ya no valía la pena acudir a las urnas. Las elecciones presidenciales de abril de 2017 y las dos vueltas de las elecciones al Parlamento del 11 y del 18 de junio de 2017 así lo atestiguan. ¡Las abstenciones se acercan desde entonces al 60% del cuerpo electoral! Algo nunca visto en la historia de la democracia occidental. En estas condiciones, aunque Macron haya sido elegido Presidente y disponga de una confortable mayoría absoluta en el nuevo Parlamento, el voto positivo a su favor no supera el 16% de los ciudadanos, reclutados en privado en el seno de las clases medias y de los empresarios, un medio social naturalmente “pro-capitalista”, socialmente reaccionario; no constituye en absoluto “un maremoto” como lo presentan los medios de comunicación dominantes. De haberse producido un caso análogo en Rusia, en Irán o en cualquiera de los países del Sur, los medios de comunicación occidentales no habrían dejado de denunciar la farsa. Pero se guardan mucho de decir lo mismo cuando se trata de una “democracia” occidental, en este caso de Francia.

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